Lo logramos: fin de semana de amigas

Debería ser al revés, que a medida que uno vaya creciendo y armando su vida, todo esté orientado a ver a las personas que tu elegiste como amig@s. Pero no es así: no hay nada más difícil que juntarse con las amigas después de que se tienen hijos. Y no me malentiendan, no le estoy echando la culpa a los niños. Solo hago énfasis en el cambio drástico que hay en la vida social post maternidad. Que tire la primera piedra a quien no le haya pasado que tiene que haber una conjunción planetaria de los siete cielos para concretar realmente una salida o comida con las amigas del alma. Porque uno dice por whatsapp «oye ya poh, basta ya, ¿juntémonos?» Y todas saltan y mandan esos emoticones de vasos y ahí queda la cosa, en la más mera virtualidad. Van pasando los días y empiezan a llegar mensajes tipo: «pucha, no voy a poder porque el gaspi está enfermo», «yo tampoco porque tengo reunión de apoderados», «no alcanzo a llegar, estoy fuera de Santiago», y así. #soledad #novidasocial

Lo bueno es que si hace un esfuerzo logístico, se logra. Y por eso hago este post. Porque después de varios intentos fallidos LOGRAMOS JUNTARNOS con mis amigas del alma. Pudimos coincidir horarios, enfermedades, reuniones, pegas, compras y toda esa lista eterna de pendientes para regalarnos un fin de semana en la playa. Y lo pasamos tan bien. Es casi mágico darse cuenta que da lo mismo que no nos hayamos juntado hace siglos porque nos seguimos riendo de las mismas cosas, de las mismas leseras, seguimos siendo las mismas que cuando estábamos en el colegio. Esa sensación de amistad, de verdadera amistad, como se que se traspasa de forma inherente a nuestros hijos, porque pese a que ellos también se ven poco, es como si jugaran todos los días. Acá, algunas fotos que quedaron de este memorable momento y que tomó mi gran amigo y seco, Andrés Goñi.